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¿Por qué no tomamos en serio un 'Telediario' sin corbatas?

REPORTAJE SOLOTELE | "Se puede presentar el Telediario sin ir vestido de boda y no pasa nada. A los tres meses comprendí que sí pasaba". Con estas palabras explicaba Lorenzo Milá, en julio de 2007 al Diario de Córdoba, su fallido intento por presentar sin corbata la segunda edición del 'Telediario'. ¡Ya ven que gesto tan "tonto"!... Pues le pasó factura. "El público de La Primera no entró en el juego, así que tuve que volverme convencional, perdiendo parte de mi personalidad televisiva".

Cuando leí estas palabras traté de explicarme la relación entre las corbatas y los informativos. ¿Marketing?, ¿protocolo?, ¿tradición?... Hoy, algo más "viejuno" pese a mi juventud, aclaro aquella pregunta.

Utilizada desde tiempos inmemoriables, la corbata se convierte en un status-symbol durante la Revolución Francesa(S/XVIII). El revolucionario la llevaba negra, mientras el contrarrevolucionario se la ponía blanca. Ya entonces servía para diferenciar entre colectivos.

En el S/XIX saltan al mercado unas corbatas de enormes dimensiones aptas para los "incroyables", gente elegante y extravagante. Fue el caso de Lord Brummel, que necesitaba la ayuda de dos mozos para anudarse dicho elemento. Era(y es) una forma de llamar poderosamente la atención.

No será hasta 1880 cuando los miembros de la Universidad de Oxford se aten al cuello lo más parecido a las actuales corbatas. Y a partir de ahí mantiene estilo y significado social: formalidad, madurez y reputación. Es decir, que a lo largo de toda la historia se ha tirado de trapitos, bisutería y maquillajes para aparentar aquello que no se podía por motu proprio. Y como no, la televisión se convertiría en el escaparate donde lucir tales virtudes de chapa y pintura.

A mediados de los años 50, uno de los primeros presentadores de noticias en el mundo, Christopher Chataway, aparecía ya en el informativo de la BBC con traje negro y corbata. ¿Creó escuela? No. Simplemente le aconsejaron que la utilizara para parecer formal ante las cámaras y que todo aquello que contase a los telespectadores adquiriese suma importancia. Una fórmula infalible que provoca su efecto en gran parte de la sociedad, principalmente entre las personas sin estudios o superficiales.

El dúo corbata-noticias ha sobrevivido hasta nuestros días. En 2004, tras ser designado presentador del 'Telediario 2' de TVE, Lorenzo Milá optó por trabajar sin corbata. Estaba acostumbrado ya que en 'La 2 Noticias', donde estuvo hasta entonces, no la llevaba. Pero en su nueva cadena el público era otro. Los jóvenes, intelectuales y clases medias-bajas se habían quedado en La 2. Ahora tenía una audiencia potencial y era imagen de RTVE.

El experimento "le saló rana" y tuvo que volver a las andadas... "Olvidé que la audiencia lleva décadas acostumbrada a una imagen determinada de presentadores y que eso no se puede cambiar de la noche a la mañana". No obstante, desde su punto de vista, "se puede ser muy respetuoso con la audiencia sin corbata", comentaba a 'El Mundo'. "Tuve que volverme convencional, perdiendo parte de mi personalidad televisiva". Y si por él fuera, "estaría de pie, delante de una pantalla, tratando de generar complicidad con el espectador; me movería más, saldría de detrás de la mesa y de la corbata".

El asunto no radica en si corbata sí o no... Hoy, algo más "viejuno" pese a mi juventud, aclaro aquella pregunta pero me hago otra... ¿Por qué un presentador de radio sin corbata goza de más credibilidad que si aparece también sin ella en televisión?.

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